viernes, 5 de julio de 2013

1 de julio: atípico



 Pasar el primer cumpleaños lejos de la ciudad que te vio, año a año, reuniendo gente, inflando globos, comiendo tortotas dulcedelechosas, festejando el paso del tiempo, es raro. Lindamente raro cuando te encuentra en el lugar que más querés estar, ese lugar que elegiste porque es en el que pensás que todo es más coherente, donde todo va a ritmo acorde al que querés que vaya la vida. Ahí estamos, acá estamos, ¡y estamos contentos!
Llueve, como cada cumpleaños que tuve en Buenos Aires, así que tan diferente no es en ese aspecto… en qué cambia. Cambia en la dinámica: este año tuve la suerte de que mi familia venga a festejarlo conmigo (si no venían para los 30, se pudría… Por cierto, mi prima Caro dice que por eso me vine: para no dar la cara en los 30. Qué quieren que les diga: a veces uno actúa inconcientemente! Ja), pero no están los amigos que cada año vinieron a festejarme a casa y ESO es raro. Solía hacer doble tanda: tanda de familia y después tanda de amigos. Eramos miles, había que cocinar un montón, limpiar mucho mucho (antes y después de las celebraciones), cuando llegaban había que salir a abrir y como uno venía tomando vinos ricos que llegaban con cada nuevo invitado, zaz, se encontraba con la lluvia, el frío de un invierno recién empezadito. Pero servía para despabilarse un poco y despejar la mente y seguir seguir, prestando atención a los gatos – que no se quedaran afuera de casa entre una y otra llegada.
Y hoy me desperté, como cada día desde que llegamos, porque Tomi me viene a despertar con Ajo. Ajo quiere subirse a la cama y no lo dejamos, pero le hago mimos especiales. Y trata de poner sus patotas arriba y le decimos que no. Pero hoy pudo y me encontré con que en su collar había un chocolatito y una cartita que me pedía porfi porfi poder subir. Y una pista para seguir el camino de una búsqueda del tesoro. Nunca me costó tan poco levantarme de la cama. Salté, literal, a buscar el resto de las pistas (en el té, entre mis lanas, en los especieros, etc etc) que, junto con muchos y muy ricos chocolatitos, me llevaron a un vale final. Un cupón para retirar mi regalo en el aeropuerto de Esquel el 13 de julio. Zaz. ¡¡Un regalo que vuela!!!
Yoga y desayuno entre llamados hermosos, mensajitos con saludos… estamos lejos, pero cada saludos se sintió más cerca, más pensado, más especial que los de antes. Porque, creo, para todos es atípico que estemos acá, descoloca, cambia la perspectiva de las cosas.
Mientras Tom me termina de preparar la torta de cumpleaños (un cheesecake con la genial receta de la otra cumplañera del día, Nati: Feliz cumple Natushka!!!), miro por la ventana del estudio, veo un montón de nubezotas, gotitas finitas, ramas desnudas del membrillo, más atrás las ramas con manzanas que todavía aguantan el frío y el viento en el árbol. el jardín, el cerco, más allá la loma que lleva a lo de nuestro vecino y más allá las montañas nevadas. Y yo estoy contenta porque estoy donde quiero estar, sintiéndolos a todos cerquita. 








1 comentario:

  1. Sos genial Claribo!! Es hermoso lo que transmitis en cada publicación!! Los quiero y los extraño con locura!!!!!!!!! Felizcumple bo! Primero de Julio es tu cumpleañosssssssssss

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