sábado, 24 de octubre de 2015

16 de octubre: continúan los policiales en Trevelin



De repente la cuadra de la Biblioteca donde soy voluntaria se vuelve algo macabra. Y entonces la paranoia de que la policía ate cabos: esta chica que llegó de Buenos Aires es voluntaria hace un mes y medio y en ese mes y medio dos muertos en la misma cuadra… eso es lo que, espero, no estén pensando.
La cosa es así: hace pocos días, un martes (día en que soy bibliotecaria voluntaria por la mañana) tipo 1630, me llama la bibliotecaria de la tarde, conmocionada. Hay un muerto atrás de la Biblioteca. Calma, Carmen. ¿Qué pasó? ¿Estás segura de que está muerto? ¿No será un borrachín durmiendo la siesta?
Que no, que está muerto, que llamé a la ambulancia pero no se lo llevaron porque la ambulancia no se lleva muertos. Ahora viene la forense y voy a tener que ser testigo de todo, lo van a revisar y voy a tener que mirar y… y…
Y yo, egoista, pienso: ¿habrá estado ahí muertito desde la mañana?
Y ella, como leyendo mis pensamientos me dice: creen que está muerto desde la madrugada. ¿Vos no viste nada?
Y la paranoia empieza a treparme por los brazos y se me pone la cara fría, fría, y los pelos de punta. Imaginate ver un muerto: “No, no vi nada.”
Yo ya le di tu teléfono al comisario.
“Sí, claro, que me llame si necesita algo”. Y para adentro pienso: que no me llame porque voy a parecer sospechosa del miedo que me da toda la situación.

Dos días después supe que fue muerte natural. El borrachín (eso sí que era, borrachín) se echó a dormir en el jardín que hay atrás de la biblio y bueno, parece que la parca se lo encontró ahí, nomás, con su campera como almohadita y unos cuantos mangos en el bolsillo.

pd. además de policiales, tenemos noticias políticas. Parece que en Trevelin hay nuevos agitadores. Ampliaremos.







martes, 8 de septiembre de 2015

4 de septiembre: cosas de Trevelin



En esta entrada, un repaso de los últimos eventos sureños:
Un gaucho que arrea sus vacas en auto, un río que pasa por la puerta de nuestra casa y amenaza con entrar, un homicidio en Trevelin y una nueva bibliotecaria.

En nuestro callejón hay un señor que tiene vacas. Las compra flacas, las engorda, se morfa algunas y después las vende. Pero, para engordarlas, las lleva, cada día, a un terreno que tiene afuera del callejón. Entonces, cada mañana, en lugar del tránsito automóvil de la capital, tenemos un llamativo tránsito de vacas – y un auto. Porque el gaucho (moderno, de uno 25 años), vestido con boina, botas y bombachas de campo, se sube al auto de la novia y se lanza a arrear sus vacas en un chevrolette de 3 puertas. Y les toca bocina a las vacas para que se muevan. Y siempre, absolutamente siempre, vamos al pueblo cuando él está en su hazaña posmoderna. Otro dato de color: los perros que ayudan al gaucho posmoderno son perritos falderos (imaginamos que de la novia del gaucho también), bien chillones y mínimos. 



Otro tema: lluvias en el sur y correntadas. La semana pasada, en un arrebato climatológico, las lluvias decidieron descargarse sobre nuestras cabezas por muchas, muchas horas. Y por la mañana, fue mirar por la ventana y ver un río que cruzaba, a toda velocidad, por la puerta de nuestra casa. Literal, queridos amigos. Para salir de casa, había que hacerlo con botas de goma. O en kayak. 






Homocidio misterioso en Trevelin: para todos nosotros, ingenuos, que creíamos que en Trevelin “no pasa nada”, pafff, tomá: asesinato de un señor de 74 años en el jardín de su casa, apuñalado. Lo primero que uno, mente citadina, piensa es: “listo, la violencia llegó al pueblo, vamos a tener que empezar a tener cuidado.” Pero después la gente del pueblo te dice “y sí, la gente acá se pelea y se acuchillan”. Ya sabemos: mejor no pelear con nadie. (La policía de Trevelin está investigando, pero me pregunto ¿qué capacidad investigativa puede llegar a tener la policía de Trevelin, donde, como decíamos antes, no pasa nada? Ampliaremos cuando se descubra al asesino). 

(dada la sensibilidad del tema, no se ha fotografiado el caso)

El asesinato fue a media cuadra de la Biblioteca Popular y ¿a que no saben quién es la nueva bibliotecaria voluntaria de la biblioteca, los martes y jueves por la mañana? Su fiel servidora, ClaraMaríaPaz. Ah, sí, señores y señoras, la señorita ha descubierto una nueva pasión: ya sabe lo que quiere ser cuando sea grande. 



Última: parece que el gas llega hoy a nuestro hogar. Cruzamos los dedos…
¡Salud!

miércoles, 12 de agosto de 2015

9 de agosto: camping



Hacer camping en invierno, ¿a quién se le ocurre? En la Patagonia, menos que menos. Pero nosotros nos animamos a todo – sobre todo cuando no nos queda otra. Llegamos de nuestras vacaciones. Vacaciones con altas temperaturas y lindas playas. Y llegamos a Buenos Aires, fresco, tranqui, húmedo. Y nos vinimos rapidito para acá porque ya extrañábamos… y fue llegar y adaptarse al frío total. Nuestros amigos nos habían dicho: no les queda más gas en la casa, pero no está haciendo nada de frío, así que quedense piolita. No helaba hace días, así que el invierno venía leve. Pero fue llegar y fue ver helar a borbotones. Por suerte Tom, antes de llegar a casa dijo: compremos un calefactor eléctrico. POR SI ACASO. Bien ahí, Tomatito cherry. Llegamos a la casa y sí, estaba fresca. Hicimos el ejercicio de salir y volver a entrar para darnos cuenta que estaba mejor que estar afuera (te da la falsa idea de que está calentita). Sacamos el calentador de la caja y lo prendimos. En espacios grandes, lo comprobamos, no sirve para nada. Metámoslo en la pieza así cuando vamos a dormir está calentito. Mientras, prendimos el fueguito, un poco para cocinar, otro poco para calentar y tener un espacio un poquito más amable para estar. Hasta ahí todo bien. Para que viniera el gas, nos dijeron, faltan algunos días. Sin dudas la semana que viene (llegamos el viernes 7). Así que, el fin de semana, íbamos a tener que surfear la ola de frío polar.
Sábado, todo bien, nos arreglamos perfecto. Pero la leña se va consumiendo. El calentador funciona perfecto, hay que apagarlo por la noche porque nos da demasiado calor. Increible sorpresa.
Domgino de elecciones PASO, Tom se levanta temprano, se va a tomar mate. Clari sigue durmiendo como siempre. A las dos horas, Tom vuelve a la cama. Se cortó la luz, dice. Y casi no nos queda leña. Así que los dos se quedan debajo de los edredones mientras les dure el calor y mientras las ganas de hacer pis no sean tan gigantes. Y después es enfrentar la casa con un fueguito pequeño, para calentar el agua, para calentar la casa, para cocinar. Confiamos en que la luz va a volver. Confiamos que el gas va a llegar mañana. Y nos tomamos estos días como una aventura de fin de semana, camping en nuestra propia casa. 




lunes, 29 de junio de 2015

5 de junio: otoñamos



Más bien se acerca el invierno (¡el tercero!), el frío se empieza a sentir, pero sobre todo cae la lluvia. En otoño, cae la lluvia, señoras y señores. Cae por la noche, cae por la mañana, cae por la tarde y sin dudas sigue cayendo por la noche. Y así se ve acumulando – porque si bien fue un verano sequísimo, bueno, ponele que los primeros 100 mm se absorven rapidito, pero después, si te llueve una semana non-stop, se encharca la cosa. De hecho, creo que nunca nos había pasado aun: todos los senderos (el que va al gallinero, el que va a la huerta o a las frambus) están inundados. Así que a sacar las botas de goma (esas que van hasta la rodilla) y a chapotear. Las visitas y la salida al mundo “exterior” (dícese de ir al pueblo), complicadas: no sólo hay acumulación de agua sino que se estaría formando un nuevo lago en el callejón que llega a casa. Bien. Estaríamos barajando la idea, pues, de comprar un barquito a remo entre los vecinos, para ir y venir. Lindo va a ser cruzar en barco mientras llueve.
Así andamos. Las gallinas, rebeldes, no ponen huevos. Streusel no aparece (se sabe que a Streusel no le copa la lluvia y se ofende cuando no lo dejamos entrar en casa mientras llueve) y las lagunas están llenas de garzas. Hoy vimos una vaca muerta: era como si se hubiera muerto parada porque estaba caida de costado, pero las patitas estaban derechas y duritas. Pobre. Parece que cuando llueve mucho les agarra la “mancha”: un hongo o algo así que está en el pasto. Y se mueren de un infarto. Paradas. En fin.
Estamos ejercitando el manejo de la ansiedad porque andá a hacer algo afuera con este clima. Así que mucha mermelada de membrillo, mucho licor, tarta de manzana, en fin, la buena vida indoors

No tengo fotos de la lluvia. Ejerciten la imaginación. 

lunes, 18 de mayo de 2015

25 de abril: gallina desplumada



Veníamos preocupados, la veíamos perder pluma y perder pluma. Los locales nos decían: es normal, cambia la estación y cambian las plumas. Pero una cosa es cambiar algunas plumas, otra es verle pedazos de cuero a la pobre gallina. Verle, literalmente, la piel de gallina que todos creemos conocer (cuando tenemos frío, nos emocionamos, etc etc). Una de las trillizas. Y me puse mal, qué voy a hacer. Por más que no tengamos una relación tan estrecha, es mi mascota. Y no sólo eso, sino que además es una mascota increíble porque me da huevos para comer. Osea que es una mascota que le pone onda al vínculo desde su capacidad creativa.
Arnaldo, nuestro vecino nos dijo: puede que sean piojos, chinches. Hay que mirarle bajo las alas. Yo le echo un producto a mis gallinas y están lo más bien.
Le pregunté un poco más de ese producto. Me dijo que lo usaba para las ovejas también. Y para varias cosas más. Se trataba de un producto que me generaba ciertas sospechas. Hasta que me dijo que el producto venía en un tarrito bien chiquito, y se diluía en 10mil (sí, diez mil) litros. Ah, eso no puede ser bueno para mi gallina desplumada, pensé. Mejor le pregunto al vete. Y le prohibí a Tomi vaporizarle ese producto que se disuelve en 10mil litros.
Fui al veterinario, nomás. Y ya me ve llegar y se sonríe. Porque sabe que voy con preguntas extrañas, casi siempre. Entonces le digo: mi gallina está desplumada. Me dice: es la época. Le digo: está más desplumada que nunca, se le ven partes de la piel, es medio impresionante. Ya no puede ni entrar al gallinero porque cuando aletea, no hay plumas que le den el envión. ¿Pueden ser piojos? Raro, me dice. No debería tener nada que ver. Pero buscale, me dice. Abajo de las alas. Si tiene piojos, hay que bañarlas a todas (sí señores, como escuchan), hay que cambiarles la paja del gallinero, quemar los nidos. Todo eso. Imagínense a Tom cuando se lo dije: me preguntó inocentemente si no sería mejor echar el productito milagroso de Arnaldo. Me cacho en dié. Te amaso si echás ese productito. Veamos si tiene piojos la gallina primero, che!*
Fuimos hoy, tarde-noche, porque es cuando ya están en el gallinero, dormidas, y son fáciles de agarrar (y revisar). Entramos, los pollitos (hay 11), se pusieron como locos así que en el gallinero no reinaba la paz. Apagamos la luz un ratito para que se calmen los ánimos. La misión era agarrar a la desplumada y revisarla, había que mantener la calma. Decidimos prender la linterna como para que no se sobresalten tanto (las gallinas tienen un “chip” que, cuando la luz está prendida, piensan que es de día y hay que comer, se despabilan – por eso las “fábricas” de gallinas les dejan la luz prendida todo el tiempo, así engordan rápido. Claramente, no son gallinas felices como las mias). Ubicamos a la desplumada, nos acercamos, movimos a su hermana, se asustó un poco. Con confianza y decisión, agarramos a la desplumada. Le levantamos las alas desplumadas, nada. Ni un bicho de nada. Y lo bueno, pareciera que le están saliendo plumas nuevas. Habrá sido un pico de estrés…

*la última pregunta que le hice al veterinario fue: ¿y si no tiene piojos? ¿Qué hago? ¿Te la traigo? Y ahí nos reimos un poco. Le dije: debe ser raro para vos que alguien te traiga una gallina en este contexto de campo no? Y sí, acá si hay una que está media mal, la dejan que se muera. El invierno, sin plumas y afuera del gallinero, probablemente no lo pase. Ingratos descorazonados, pienso yo. Y el veterinario se sonríe. Voy  a leer un poco al respecto, me dice. Claro, nunca nadie le llevó a su mascota gallina. 



Estamos contentos de anunciar que, al día de hoy (18 de mayo), nuestra gallina ya está plenamente recuperada y absolutamente emplumada.

miércoles, 15 de abril de 2015

24 de marzo: Fotoperiodismo



Hace ya poco más de un mes se repite en mi cabeza la imagen del fuego comiéndose al bosque en Cholila. No vi el fuego en vivo (aunque sí vi el humo desde casa), lo vi en fotos, lo leí en testimonios de vecinos de la zona, lo vi en imágenes en la tele. Y lo volví a ver y a ver y a ver, día tras día, mientras el fuego avanzaba y nadie parecía enterarse. Porque siempre hay noticias más importantes que un bosque que se quema. Hasta que empezaron a ser miles de hectáreas, y empezó a acercarse al Parque Nacional Los Alerces, y empezaron a peligrar alerces milenarios. Y de repente, quince días después del inicio del fuego, mandan “ayuda”, que son más hombres peleando el fuego. Y por fin cae la lluvia. Escasa, pero que aplaca. Pero el fuego está instalado, está bien arraigado en las raices de los árboles quemados. Y vuelve a rebrotar en diferentes puntos, sorprendiendo en distintos lugares. Y la noticia empieza a pasar, y la ayuda se empieza a replegar. Si total, las lluvias están a la vuelta de la esquina. Y entonces, un mes más tarde, el fuego persiste. Y sigue avanzando y se lo deja. Hasta que llueva.
Ayer nomás, de paseo en el Parque Nacional Los Alerces, bien cerquita de Trevelin, estábamos comiendo un pic nic al lado del lago, de esos que ya se volvieron tradición, cuando se acerca un hombre y nos dice “ah, ustedes están muy tranquilos: se está incendiando el parque, cerca de Villa Futalaufken”. Y ahí fue levantarnos, asomarnos y ver la columna de humo negro, espeso, empezando a llenar el cielo. Pero parecía chico, parecía que no podía pasar a mayores. Porque era imposible pensar que un segundo capítulo del incendio en Cholila estuviera por desencadenarse adentro del Parque, a poquitos kilómetros de donde estábamos, y en nuestras narices, a plena luz del día. La gente de bosques ya estaba alertada y el operativo estaba en funcionamiento, pero nosotros nos fuimos. No sin angustia, no sin ver el fuego quemando unos árboles que hacía pocas horas habíamos visto lo más bien, no sin sacar fotos.
El humo se siguió viendo de Trevelin. Un hongo atómico, como el que veíamos de Cholila, un mes atrás, pero cerca, muy cerca.
A la noche se veía el resplandor del fuego, avanzando por los bosques del Parque.
Y hoy fue levantarnos para ver que sin dudas siguió creciendo.
Hablé con una amiga que vive en Villa Futalaufken y que fueron evacuados todos.
Y ayer habíamos estado ahí.
Y dicen que pudo haber sido intencional.
Y yo ya no entiendo cómo pueden pasar estas cosas. Que en sólo 36 horas pueda desencadenarse esto. Y que me digan que sólo la lluvia puede apagar este fuego. Como el de Cholila, que ahí sigue. Como el de Lago Puelo, que empezó hoy.
Camino a El Bolsón tuvimos distintos puntos de vista de la columna de humo del fuego del Parque y de Lago Puelo. Que es el mismo humo, y son los mismos bosques, porque al fin de cuentas se trata de lo mismo, representan lo mismo. La misma desidia, la misma inoperancia, la misma ignorancia. Y la impotencia de todos los que vemos el fuego, el humo y no sabemos qué hacer. Rezar al dios de la lluvia.
¿Cómo se hace para no mirar, con obsesión, ese humo que crece y se estira y representa la destrucción de un lugar tan amado por tantos? Tom me pide que no piense tanto, que no me angustie tanto, que no lo mire permanentemente. Y yo lo miro y saco fotos, “estoy haciendo fotoperiodismo”. Y me pregunto si no convendría ser bombero voluntario. 






viernes, 23 de enero de 2015

18 de enero: Abundancia patagónica




Y parece que llegó el verano, nomás. Llegó con enero, con cerezas, con calores, gatitos, pollitos, verduras, fruta inesperada… en el jardín descubrimos que tres ciruelos que supuestamente no daban fruta, sí dan. Por primera vez en la historia de los árboles, decidieron darnos ciruelitas. Y el membrillo y los manzanos, llenos de fruta – recordar que el verano pasado no dieron nada por la helada brutal que cayó en noviembre…
En materia faunística: nuestra gata Nuez tuvo cinco gatitos (de los cuales se murieron 4 a los poquitos días de nacer – la naturaleza nos sigue mostrando la cara que nunca queremos ver, nos recuerda que pasa, pasa todos los días – así que estamos a biberón con el sobreviviente y aventurero Marco Polo, porque el tema es que Nuez no tiene leche), dos de las gallinas trillizas tuvieron un pollito (en realidad la tuvo una sola, pero como empollaron al mismo tiempo, ambas se adjudican la maternidad – otras cuestiones de la naturaleza).
En los árboles de cereza hay tantas cerezas que todos quieren invitarte a cosechar – sino se echan a perder. Así que, embadurnadas las manos y las caras de violeta, los dientes y los labios, estamos todos comiendo cereza, haciendo mermelada de cereza, cerezas secas, Tom quiere hacer licor de cereza, y la lista sigue.
Las plantación de frambuesas ya tiene frambuesas (verdes aun) y las moras ya tiene moritas (también verdes). Pero ahí están asomando.
En el invernadero tenemos las plantas de tomates llenas de tomatitos – una novedad, ya que el año pasado tuvieron mucha flor, pero casi nada de tomates.
Hay abundancia de bichos, claro, porque el calor y los bichitos se aman: saltamontes de a millones, tijeretas malditas, y más, muchos más que ni sé cómo se llaman, que están por todos lados.
Hay voluntarios de a miles, porque el verano los atrae, y visitas. Entonces hay muchas manos que colaboran y en poco tiempo se puede hacer mucho: en una tarde hicimos la estructura completa del temazcal* que vamos a estrenar pronto, para tener en funcionamiento para el Retiro de febrero.
Por cierto, para el retiro este año se anotaron 11 personas hasta ahora, y hay varios por confirmar…
Hubo varieté** organizada por Maru en el Salón Central, para la que se creó la Orquesta de la varieté, y hubo más de cien espectadores (todo un acontecimiento en el pueblo)…
Y la sensación es que todo se multiplica, que todo se expande y crece. Se siente el punto álgido del ciclo solar, sí señores. Así que acá nos tienen enérgicos, felices y perdices.


*Temazcal: es una suerte de sauna en exteriores, donde uno se mete (tiene la forma de igloo, pero con frazadas en vez de hielo, claro) y, poco a poco, se meten piedras calientes en el centro, y a esas piedras se les echa agüita y fsssssss vapor caliente. Ya veremos cómo funciona – se estrena a la brevedad.
**Varieté: Espectáculo compuesto por varios actos, sucesivos e inconexos (Paloma dixit). En este caso, varios actos de Clowns, uno de títeres y teatro de sombras, cuentacuentos…