De repente la cuadra de la Biblioteca donde soy voluntaria
se vuelve algo macabra. Y entonces la paranoia de que la policía ate cabos: esta chica que llegó de Buenos Aires es
voluntaria hace un mes y medio y en ese mes y medio dos muertos en la misma
cuadra… eso es lo que, espero, no estén pensando.
La cosa es así: hace pocos días, un martes (día en que soy
bibliotecaria voluntaria por la mañana) tipo 1630, me llama la bibliotecaria de
la tarde, conmocionada. Hay un muerto
atrás de la Biblioteca. Calma, Carmen. ¿Qué pasó? ¿Estás segura de que está
muerto? ¿No será un borrachín durmiendo la siesta?
Que no, que está muerto,
que llamé a la ambulancia pero no se lo llevaron porque la ambulancia no se
lleva muertos. Ahora viene la forense y voy a tener que ser testigo de todo, lo
van a revisar y voy a tener que mirar y… y…
Y yo, egoista, pienso: ¿habrá estado ahí muertito desde la
mañana?
Y ella, como leyendo mis pensamientos me dice: creen que está muerto desde la madrugada.
¿Vos no viste nada?
Y la paranoia empieza a treparme por los brazos y se me pone
la cara fría, fría, y los pelos de punta. Imaginate ver un muerto: “No, no vi
nada.”
Yo ya le di tu
teléfono al comisario.
“Sí, claro, que me llame si necesita algo”. Y para adentro
pienso: que no me llame porque voy a parecer sospechosa del miedo que me da
toda la situación.
Dos días después supe que fue muerte natural. El borrachín
(eso sí que era, borrachín) se echó a dormir en el jardín que hay atrás de la
biblio y bueno, parece que la parca se lo encontró ahí, nomás, con su campera
como almohadita y unos cuantos mangos en el bolsillo.
pd. además de policiales, tenemos noticias políticas. Parece que en Trevelin hay nuevos agitadores. Ampliaremos.
pd. además de policiales, tenemos noticias políticas. Parece que en Trevelin hay nuevos agitadores. Ampliaremos.