martes, 24 de septiembre de 2013

18 de septiembre: Clarita se fue a la China



Cuando era chica tenía una fascinación incomprendida por los miembros de mi familia: me gustaban los ojos chinos. Quería tenerlos así, estiradiiiitos y lindos. Me imaginaba poniéndome grampas en la cara, para que me sostuviera la piel bien estirada. Después, probablemente como consecuencia de dicha fascinación, me regalaron un libro: Clarita se fue a la China. Clarita era pelirroja y con rulitos, osea que sólo nos unía el nombre – y las ganas de ir a China. Bueno, al grano: ¡nos vamos a China!!!! Tardó unos años en llegar la invitación a la People´s Republic of China, pero llegó: Este año es la primera vez que se hace una feria de libros para chicos en Shanghai y tienen un programa que consiste en traer 6 o 7 editores del mundo para que conozcan la industria editorial en China y que la industria tenga acceso a libros de otros lados del mundo. Y pípala (ya casi casi mi alter-ego) fue invitada, sí señores. Así que, con mucha emoción, Tom y yo nos preparamos para una visita muy esperada (no sé si muy esperada particularmente por Tom, pero sin lugar a dudas, muy bienvenida). Buá, ahora estamos esperando que me saquen el pasaje así sacamos rapidísimo el de Tom y logramos viajar juntos porque qué garrón viajar 24 horas con un desconocido al lado. ¿En qué hombro voy a dormir? Si me prometen que es el hombro de un chino, me lo pienso quizás. Estamos viendo de quedarnos una semana post-feria y creemos que nos iremos para la zona de Tibet. Veremos veremos, pero China es tan grande que se vuelve muy difícil abarcarla.

Reportando cuestiones de sur:

Emocional: muy emocionados.
Animal: mis pollos (que ya se creen gallos) están practicando el kirikiki – digo practicando porque les sale medio ronco y bajito. Pero ahí van, le ponen garra. En un mes, para mi, les sale bien. Decí que ya están oficialmente viviendo en el gallinero porque sino, que te canten el kirikiki en tu ventana bien tempranito, es lindo para uno a dos días…
Y hablando del gallinero: ¡Tom lo terminó, señoras y señores! Después de un largo impass de nieves y lluvias arrolladoras, el gallinero-affaire ha concluido!)
Vegetal: ¡se nos están acabando las lechugas! ¡Hay escasez de rúculas! Ahora sí, estamos plantando y germinando, pero claro, las verdus que nos quedaron del invierno van terminándose y parece que tendremos que empezar a comprar lechuga, nomás. Quién lo hubiera dicho, me cacho en dié.
Ambiental: las aguas han bajado, todo esta verrrrrde y a punto de explotar (todos los brotes así apretujaditos y lindos). Ya salió mi primer tulipán, los narcisos se están abriendo, miles avejas están laburando como locas en unos árboles acá cerca de la casa, nacieron los primeros dos corderitos (tuve uno a upa y fui la personificación de Heidi por un instante) y se pronostica una hermosa primavera.

A tres días de terminar el invierno, me atrevo a decir, copañeros y compañeras, que pasar el primer invierno ha sido un placer. Chán, chán (tipo final tanguero, para mi papá que le gusta tanto).

¡Y un saludito para todos los que me conocen!





martes, 10 de septiembre de 2013

9 de septiembre: la aventura de una mujer


Día 1: correntada

Hubo sequía por seis años, y ya hace días la sequía había sido oficialmente terminada. DÍAS. Pero acá sigue lloviendo. Y las aguas suben, y es divertido. Uno se queda adentro, contempla el agüita, muy romántico. Té, cocinamos. Cuando para un poquito salimos a dar una vuelta, para que Ajo corra un poco y se canse… pero el agua no paraba de caer. Como si todo lo que no llovía hace seis años se hubiera acordado ahora de que tenía que caer. Ah, la naturaleza – hay que bancarla con sus ciclotimias. Pues bien. Hoy teníamos que ir al pueblo – Internet llamaba. Tom salió a dar una vuelta con Ajo antes de irnos y volvió con noticias: los canales están casi hasta arriba, dijo. Mirá: y me mostró los videos. No eran canales: eran RÁPIDOS. Los rápidos de Trevelin, señores y señoras, en nuestro terreno. Si alguno se trae un kayak, se la pasa deluxe. Desde adentro, lo que se ve es el canal del fondo de la casa, también hasta arriba. Osea, para que se den una idea: suele estar vacío. En invierno, época de lluvias, ponele que pasa un poco de agua. Bueno, ahora está hasta arriba – se VE el agua corriendo a todo lo que da desde la ventana de la cocina. Sí, tremendo. El agua aprieta.
Bueno, como les decía, había que ir al pueblo. Salimos, raudos. Ya veíamos que partes de nuestro jardín se encharcaba… raro. El camino absolutamente inundado. Llegamos al primer obstáculo: en el camino a casa hay un canal que lo atraviesa. Siempre vacío, obvio. Bue, para qué les digo: lleno. Nunca vimos algo igual. Tom me dice, dramático como nunca, si pasamos, después no sé si vamos a poder cruzarlo a la vuelta. Y yo: pero sí, nene. Dale que te saco una foto. Clic y seguimos no sin antes chequear a la altura de qué alambre pasaba el agua. Para tener un parámetro a la vuelta. “Hay que volver de día” dijimos.
Nos colgamos en el pueblo – salimos tarde, ya casi noche. Y buá, ya llueve menos, todo bien. Habían calles cortadas en el pueblo: nunca vimos nada igual, pero claro, es el primer año. Nos estamos curtiendo, sí que sí. Retomamos el camino a casa, y nos decíamos, seeeeh, ya está, el agua sólo pudo bajar. Agarramos por el callejón, más baqueteado. ¡Mucha más baja el agua! Ahhh, vamos a pasar re fácil. Llegamos al canal que atraviesa el camino: MUCHA AGUA. Pero mucha, eh? Sumale a eso que no se veía y había empezado a lloviznar de nuevo. Y había correntada: ahí también estaba para kayak. Nos reimos, un poquito nerviosos. Tom me dice: dejamos la camioneta acá, nos arremangamos los pantalones y vamos a casa. Mañana buscamos la camioneta. Y yo, dale, buena idea. Pero mirá, me arremango yo: vemos por dónde me llega el agua y si no me pasa la rodilla, te mandás. Oka, dale. Y yo pensaba en mi tía Caro, me acordaba las fotos de un evento similar. Bueno, figúrenselo: 8 de la noche, en el medio del campo (no hay alumbrado público, queridos), llovizna, y aunque no esté tremendo, invierno. El tan temido invierno. Y Clari sacándose las botitas de goma, las medias, arremangándose las calcitas, los pantalones. Y muy precavida, ella: Tomá, Tom, quedate con mi celular, no vaya a ser que me lleve la corriente. Y ahí fue, en patas, por camino de ripio (no estaba pinchudo, descubrí), atravesando poquito a poco ese caudal tan marrón y desbocado. Atravesando una corriente potente, pero no tanto, co el agua, todo el tiempo, por las rodillas. Perfecto: Pasá Tom, no pasa naranja. Sólo se me congelaron las piernas y ya casi no las siento y creo que me puede llegar a agarrar una hipotermia. Pero todo bien, eh? Tranqui.
Toda una aventura de lunes por la noche, aquí, en su canal amigo, reportando desde Trevelin. Ampliaremos.


La ida:


Y aunque usted no lo crea:



Día 2: inundaciones
Tras una noche de viento huracanado (a las 4am nos despertamos sobresaltados – no sabíamos si el ruido era el viento golpeando contra las ramas o si eran olas golpeando contra nuestra casa – y me acordé que había dejado una alfombra afuera para ventilar!!! Campera y gorrito, salí a la aventura nuevamente, casi salgo volando con alfombra y todo, pero nos salvamos), el día amanece de a poco, el sol se deja ver entre nubes gordas y grises, pero parece que no va a volver a llover, al menos hoy. Por suerte: porque el río Corinto (calculo que en épocas de normalidad debe estar a, nosé, ¿800 metros de casa? 1000? ¿Alguien sabe?) ahora está a 50 metros de casa. Claro, sí, tenemos casa con vista al río. No cualquiera. ¡Ah! Y tenemos a 100 metros a un cisne muy sobrio navegando las aguas y a varios flamencos, todos rosados y felices de tener agüita por todos lados para chapotear – ¡como Ajo! Que se mete en los canales, corre liebres por el valle inundado, se mete, sale, salta, corre, rescata palitos del agua. En fin. Los canales que atraviesan los terrenos, llenos de agua. ¡Ahora entendemos el por qué de los canales! Muy romántico. Nos falta un barquito a remo y estamos como queremos.



















lunes, 2 de septiembre de 2013

31 de agosto: el trueque existe (y nos encanta)



Nos vamos poniendo románticos, bucólicos, capestres, muy new age tal vez: nos hacemos uno con la tierra, crecemos verduritas, hacemos plantín, sacamos semillas… y vamos al encuentro para trueque de semillas y plantines en Esquel. Sí señores, esto existe y se hizo ya 11 veces. Somos poquitos, lo reconozco, pero estuvo genial. Para darles una idea: llegamos a la escuela donde se juntaban todos los “semilleristas” con nuestro cajón de plantines de rúcula y perejil crespo (no se imaginan el éxito del perejil crespo)  - todavía no tenemos semillas para trocar, pero claro, como nuestro invernadero es tan groso, es invierno y seguimos produciendo verdu como si nada. La gente se queda medio helada cuando ven las lechugas que seguimos sacando… ¡Y no saben cómo están las acelgas! Tomi me censura cada vez que trato de inducirlo a cortar algunas para hacer tarta, pero tiene algo de razón: crecen y crecen y quién sabe hasta dónde.
Bueno, como decía, llegamos a la escuela con nuestro humilde cajón y habían… 40 personas? Todas simpáticas, amorosas y cada uno se ponía en una mesita y circulaba, miraba lo que había y trocaba, así nomás. Yo, culposa porque sentía que una bolsita de semillas de Espinaca roja o Tomate cherry vale MUCHO más que un pobre plantín de rúcula recién transplantado (estaban medias pachuchas las hojitas de algunas plantas), quería darle dos plantines a las personas que nos trocaban, pero ellos me decían “entonces llevate dos bolsitas de semillas”. Ah, no. Para morirse. Es decir: la gente iba ahí a intercambiar, no importa lo que fuera, ellos te intercambiaban con alegría, sin medir qué les dabas porque todos habían llevado para dar y compartir. Ay, sí, me agarró el sentimentalismo, qué quieren que haga. A mi me emociona eso – será que soy una chica de ciudad que todavía se sorprende que existen tales encuentros. Lo COPADO es que se va a hacer otro el próximo mes y el otro. Ah, sí, yo estoy maquinando a ver qué otras cosas podemos llevar la próxima. Plantín de cilantro, de tomatito, de espinaca. Y cuando tenga huevos de gallina libre, eso también. Y cuando sepa hilar lana, también. Quiero todo. Porque intercambiar es lo más. No saben las nueces que nos trajimos… me da culpa de sólo pensarlo.
Ah, qué genial es imaginarse hacer huerta y ya no tener que comprar semillas porque uno produce las propias – y uno consigue cosas que no tiene porque otro sí tiene y te las da mientras vos les das lo que el otro no tiene. ¡Es perfecto! Y tan fácil. Y, como les dije al principio, romántico. Bueno, hablando de romanticismo y autosustentabilidad, en el orden de las lanas: ya tengo mi lana hilada (por una señora genia que hila como los dioses) y estoy aprontándome para comenzar a preparar el telar para hacer una mantita para Valentina. El invierno del norte es fuerte y queremos mandarle calorcito desde el sur.

Antes:


 Ahora:


Emocional: hoy se fue nuestro querido compañero LoloLöw, que nos hacen poner tan en contacto con la intensidad. Gracias querido, nos vemos prontito (todavía no aparecieron tus anteojos).

Animal: Las gallinas ya hacen ruido de gallinas, Miel está en su décimo tercer (aprox) celo (les juro), Páprika quilombera como siempre, Stroizel acaba de cazar un ratoncito y Ajo mueve la cola (y da la “manito” como un campeón).

Vegetal: se avecina el preparado de los bancales de la huerta grosa que Tomi va a hacer en nuestro terreno. Ya está casi todo cercado para que no se nos metan las guachas liebres.

Ambiental: la nieve pasó, el frío zarpado de -13 pasó (sin complicación alguna), se siente la primaverita llegar… aunque se pronostican lluvias para la semana… por suerte: el tío Fer dice que este año se acabó la sequía que se arrastraba de hace 5 o 6 años (y si no es porque nosotros vinimos y somos tan simpáticos, yo no sé).


Primer almuerzo afuera (Lolo documentando):



Los muchachos trabajando: