jueves, 27 de junio de 2013

26 de junio: Las aventuras descontroladas en el INTA



El título de la entrada me hace reflexionar: a qué nos referimos cuando decimos “descontrol” – claro, uno piensa, inmediatamente en jóvenes borrachos haciendo cualquiera. Bueno, nada que ver. El descontrol, en este caso, se relaciona a, justamente, NO TENER EL CONTROL (que, por cierto, tenemos que empezar a entender que nunca lo tenemos – todo un aprendizaje).
Pero esta entrada no se trata de aprendizajes, bah, quizás algún aprendizaje saquemos al final. De lo que se trata es de la condición humana: ¿qué hace un humano cuando se encuentra encerrado en algún lugar? Remontémonos al principio de esta historia que ya viene dando demasiados preámbulos:
Lunes pasado, las 14 horas, aprox., llegan Tom y Clari al INTA que hay en Aldea Escolar, esta vez a buscar madera (los descartes que nos llevamos para hacer la cucha de Ajo, la caseta de herramientas, etc). Nos trepamos a las montañas (literal) de madera y empezamos la pesquisa. Están todas las maderas mezcladas, algunas podridas (ni tanto), otras divinas (en general, y siguiendo las exactas leyes de Murphy, las divinas SIEMPRE ESTÁN ABAJO DE TODO, imposibles de sacar y aprovechar), unas rotas, otras con corteza, etc etc etc. Mientras nos íbamos sacando capas de ropa (uno entra en calor) y hacíamos nuestra pila de maderas, llegó un auto con unos muchachos y dos niños que también venían a buscar maderas (ellos claramente mucho más preparados que nosotros, con trailer, motosierra, toda la pelota). Nos saludamos cordialmente (hay madera para todos, no eran copetidores significativos en la búsqueda de maderas divinas) y cada uno siguió con lo suyo. Cuando promediaba la búsqueda de ellos, Tomi, como buen socializador que es, se puso a charlar con los muchachos. Clari, como buena no-sociabilizadora que es, siguió buscando un buen rato hasta que se cansó. Y ahí sí, socializó. Y nos quedamos charlando un bueeen rato. A todo esto, todas nuestras maderas estaban (¡todavía!) en el piso. Nos despedimos y volvimos, tranquilos, a nuestra pila. Ellos ya estaban preparándose para irse y nos avisan: “¡acá cierran a las 4!”. Clari, distraidamente, le pregunta a Tom: “¿y qué hora es?”. A lo que Tom responde: “Uh, 4 menos 10”. UH. Nos apuramos, entonces. Nos dimos un par de apretujones de dedos, algún que otro golpecito en la cabeza, pero lo logramos en tiempo record. Eran apenas las 4:03 y salimos con la camioneta COLMADA (y cuando digo colmada es colmada, creedme). Llegamos a la entrada haciendo chistes del tipo “¡uh, mirá si está cerrado, no podemos salir y tenemos que pasar la noche acá!”. Risa va, risa viene, y de repente, CHIN: las rejas están cerradas. CERRADÍSIMAS. Había una eléctrica y una con candado. Probamos todo antes de entrar en pánico: metimos llaves en el aparato de la puerta mecánica pensando que podrían funcionar y abrirla (estas cosas sólo pasan en las películas, hay que saberlo), Tom le dio unos cuantos golpes de hacha (sí, tenemos hacha, señoras y señores. No tenemos motosierra pero tenemos la romántica y bucólica hacha) al candado, sin éxito. No nos íbamos a quedar ahí adentro (Clari había hecho un rápido repaso mental y sabía que no habían almorzado aún, no tenían agua ni víveres. Una noche sería infernal, fuera de joda). Y para rematar la situación: no había señal de celular, OPIO. Tom, muy tranquilo y, todo hay que decirlo, un poco emocionado de estar en esa situación (que para la aquí escribiente era una MIERDA, con perdón de los oidos finos) dice: “Vamos a buscar una salida alternativa. O a alguien. ¡Alguien tiene que haber!”, a lo que Clari respondía sólo mentalmente: “O no.”. Por suerte, se las hago corta, encontramos gente, justo un tipo que salía, y nos abrió con su aparatito de remoto. Y salimos. AAAAAhhh…. Era tan fácil como eso, pasar una simple reja, pero había que tener el control…
Final feliz para una aventura breve en el INTA. Ni bien salimos, Tom me dice: “ya tenés tu próxima entrada al blog.” Y, voilá. 

Ahora, mientras escribo, miro por la ventana y veo esto: un tractor “disqueando” la tierra (abriéndola un poco). Mucho les gustaría que les diga que es Tomi el que maneja… y bueno, imagínenselo así, total. ¡¡Lo importante es que el primer pedazo de tierra que vamos a cultivar está siendo trabajado!!! Gracias al generoso préstamo de tractor y disco del tío Fer. Acá van algunas fotos de este gran momento:







Emocional: hoy llueve y se alegra nuestro corazón (porque nos evitamos tener que regar todo el bosque nativo a mano).

Animal: se comenta, se escucha: hay un buho visitando nuestro jardín. Por si acaso, yo no dejo a las gatitas andar solas a la noche (aunque quiera, ni un buho muy musculoso podría llevarse al gran Stroisel).

Vegetal: Tomi está meta "revisar" cada plantita en el invernadero. Según sus cálculos, hay alrededor de 10 clases de bichitos distintos dándose un festín. Ayer me dijo: necesito que venga Lolo y se anime a hacer purín de bicho. Lolo, alerta rojo.

Ambiental: a los caracoles del norte les digo, en nuestro "canal" parece que hay un poquito de agua que viene del terreno del al lado. El resto, se los ve bien y en forma, sin inundaciones o mallines incómodos.  De hecho, debería estar lloviendo más. Y haciendo más frío. Pero yo, personalmente, no me quejo para NADA. 

Hasta la próxima, queridos amigos citadinos.




4 comentarios:

  1. Muy bueno!! Qué lindo leerte tan contenta, qué sigan las aventuras!!

    ResponderEliminar
  2. muy bueno, las fotos increíbles!

    ResponderEliminar
  3. Woooooowwwww que experienciabooo!! Los extraño! vivi esta anecdota mientras los leia!! Los quieroo!

    ResponderEliminar
  4. Clara....escribir es lo tuyo, sin dudas!! Que los astros sigan acompañandolos en tantas fuertes, inesperadas y buenisimas aventuras!! abrazos a toda la comarca :)

    ResponderEliminar