Veníamos preocupados, la veíamos
perder pluma y perder pluma. Los locales nos decían: es normal, cambia la
estación y cambian las plumas. Pero una cosa es cambiar algunas plumas, otra es
verle pedazos de cuero a la pobre gallina. Verle, literalmente, la piel de
gallina que todos creemos conocer (cuando tenemos frío, nos emocionamos, etc
etc). Una de las trillizas. Y me puse mal, qué voy a hacer. Por más que no
tengamos una relación tan estrecha, es mi mascota. Y no sólo eso, sino que
además es una mascota increíble porque me da huevos para comer. Osea que es una
mascota que le pone onda al vínculo desde su capacidad creativa.
Arnaldo, nuestro vecino nos dijo:
puede que sean piojos, chinches. Hay que mirarle bajo las alas. Yo le echo un
producto a mis gallinas y están lo más bien.
Le pregunté un poco más de ese
producto. Me dijo que lo usaba para las ovejas también. Y para varias cosas
más. Se trataba de un producto que me generaba ciertas sospechas. Hasta que me
dijo que el producto venía en un tarrito bien chiquito, y se diluía en 10mil
(sí, diez mil) litros. Ah, eso no puede ser bueno para mi gallina desplumada,
pensé. Mejor le pregunto al vete. Y le prohibí a Tomi vaporizarle ese producto
que se disuelve en 10mil litros.
Fui al veterinario, nomás. Y ya
me ve llegar y se sonríe. Porque sabe que voy con preguntas extrañas, casi
siempre. Entonces le digo: mi gallina está desplumada. Me dice: es la época. Le
digo: está más desplumada que nunca, se le ven partes de la piel, es medio
impresionante. Ya no puede ni entrar al gallinero porque cuando aletea, no hay
plumas que le den el envión. ¿Pueden ser piojos? Raro, me dice. No debería
tener nada que ver. Pero buscale, me dice. Abajo de las alas. Si tiene piojos,
hay que bañarlas a todas (sí señores, como escuchan), hay que cambiarles la
paja del gallinero, quemar los nidos. Todo eso. Imagínense a Tom cuando se lo
dije: me preguntó inocentemente si no sería mejor echar el productito milagroso
de Arnaldo. Me cacho en dié. Te amaso si echás ese productito. Veamos si tiene
piojos la gallina primero, che!*
Fuimos hoy, tarde-noche, porque
es cuando ya están en el gallinero, dormidas, y son fáciles de agarrar (y
revisar). Entramos, los pollitos (hay 11), se pusieron como locos así que en el
gallinero no reinaba la paz. Apagamos la luz un ratito para que se calmen los
ánimos. La misión era agarrar a la desplumada y revisarla, había que mantener
la calma. Decidimos prender la linterna como para que no se sobresalten tanto
(las gallinas tienen un “chip” que, cuando la luz está prendida, piensan que es
de día y hay que comer, se despabilan – por eso las “fábricas” de gallinas les
dejan la luz prendida todo el tiempo, así engordan rápido. Claramente, no son
gallinas felices como las mias). Ubicamos a la desplumada, nos acercamos,
movimos a su hermana, se asustó un poco. Con confianza y decisión, agarramos a
la desplumada. Le levantamos las alas desplumadas, nada. Ni un bicho de nada. Y
lo bueno, pareciera que le están saliendo plumas nuevas. Habrá sido un pico de
estrés…
*la última pregunta que le hice
al veterinario fue: ¿y si no tiene piojos? ¿Qué hago? ¿Te la traigo? Y ahí nos
reimos un poco. Le dije: debe ser raro para vos que alguien te traiga una
gallina en este contexto de campo no? Y sí, acá si hay una que está media mal,
la dejan que se muera. El invierno, sin plumas y afuera del gallinero,
probablemente no lo pase. Ingratos descorazonados, pienso yo. Y el veterinario
se sonríe. Voy a leer un poco al
respecto, me dice. Claro, nunca nadie le llevó a su mascota gallina.
Estamos contentos de anunciar que, al día de hoy (18 de mayo), nuestra gallina ya está plenamente recuperada y absolutamente emplumada.