En nuestro caso, los pollitos.
Primero fue una, Raimunda. Nacieron de una gallina confundida que creyó que se avecinaba la primavera, pero no. Entonces claro, los pollitos se congelan. Y ahí entramos nosotros, los defensores-de-todos-los-animales-que-corren-algún -riesgo-aunque-sea-mínimo.
Llegó Raimunda, asustada, pío pío de acá, pío pío de allá. Pero, con un poquito de maíz molido de por medio, todo bien, se hizo mi aliada.
Al día siguiente llegó Amador, un pollito de cuello pelao, medio feucho, la verdad, pero simpático y gracioso. Tiene sus reparos conmigo, no tomó mucha confianza todavía, pero ahí vamos. Fortaleciendo el vínculo.
Y mientras llegaba Ben en avión y Tomi, todo apurado y ansioso y nervioso le dijo: Ben, ponete las pilas, tenemos gallinas y no tenemos gallinero!!! Y ahí se pusieron: meta cortar maderas, meta dibujar planos y discutir posibilidades. Ayer fueron al INTA (no se quedaron encerrados por suerte) y trajeron madera a rolete.
Y después llegaron Enzo y Beto. Dos pollitos que nacieron ayer. No entienden nada, piensan que Raimunda y Amador son la mamá. Y Raimunda y Amador son 2 semanas más grandes. Medio descontrolado el tema. Pero bien.
Raimunda
Enzo
Lo que sí, espero que los muchachos se pongan la camiseta (de River) y me armen el gallinero porque esto está fuera de control.
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